El mensajero

La puesta en escena es minimalista el ambiente oscuro, tenebroso, casi como si algo estuviera al acecho. Miguel debe acabar el trabajo de Esteban, con quien lo unen fuertes lazos de amistad, aunque este lleva unos cuantos días en paradero desconocido. Pero además de esta preocupación, también se sentirá obligado por el devenir precipitado de los extraños acontecimientos a ayudarle con un complicado suceso derivado de su estilo de vida acomodado y excesivo. Paradójicamente, cuanto más quiere escapar de este embrollo, más siente Miguel la necesidad de comprenderlo, alejándose de la realidad inmediata, en la que sus mundanos planes se resumían a la celebración de su fiesta de cumpleaños. Los creadores del El mensajero partieron de dos preguntas para desarrollar esta obra: qué nos gustaría ver como espectadores y qué no hemos visto aún en el teatro. El texto, una idea de Antonio Mora y Jorge López que acabó de escribirse en mayo de 2008, ha viajado por muchísimas manos que alentaban su puesta en escena. No hay aquí más intención que la de hacer buen teatro, sorprender al espectador y ofrecerles una experiencia única.